¿Te imaginas a tu ingreso como una moneda de dos caras? En la cual una de ellas es el gasto y la otra el ahorro, siendo este último la porción del ingreso que no se gasta en el presente, para gastarlo en un futuro. Es decir que se posterga nuestra posibilidad de consumo presente.
Entonces, vale aclarar la distinción entre ahorro e inversión. El ahorro es la decisión financiera por apartar una porción del ingreso, para no consumirlo hoy. Es una reserva financiera. En cambio, la inversión, es la decisión por la cual al ahorro se lo destina a “producir” una renta o ingresos financieros.
Todos nosotros por cuestiones genéticas, culturales y/o educativas tenemos diferentes actitudes frente al ahorro, lo que podemos definir como la “propensión al ahorro”. En otras palabras, la propensión marginal al ahorro hace referencia al incremento en el ahorro que resulta ante un aumento del ingreso. Se define como el porcentaje del ingreso marginal que un agente económico (un consumidor, una familia, una empresa) ahorrará y reservará para el futuro.
Por ejemplo, si la propensión marginal al ahorro es igual a 0,15 y una familia ve incrementado su ingreso en $100, la familia gastará $85 y ahorrará los $15 restantes, de acuerdo a la propensión al ahorro indicada.
Las diferencias actitudinales frente al ahorro, lo podemos ver en una misma familia, cuantas veces se puede observar que un hermano es el ahorrador y el otro, más bien tiene un perfil opuesto. Estas características, dan esencia para que algunos seamos proveedores de fondos (propensos al ahorro) y otros demandantes de fondos (los “gastadores”) y así conformamos las fuerzas de oferta y demanda dentro del Sistema Financiero.
“El ahorro es la base de la fortuna”
Este es un viejo proverbio repetido por los abuelos, que posiblemente haya inspirado a las personas exitosas en el manejo de sus finanzas personales, quienes seguramente aplican uno de los principios de las finanzas personales como es la adaptación de su estilo de vida a su nivel de ingresos. Adicionalmente, su principal regla de oro es gastar menos de sus ingresos sin importar cuánto ganen y sólo a partir de ahí es posible ahorrar, invertir y generar riqueza.
Sin embargo, destinar parte de nuestros ingresos para constituir reservas, postergando nuestros niveles de gasto puede no resultar fácil para muchas personas que no tienen voluntad, disciplina o bajos ingresos. Por cierto, frente a un mundo cargado de tentaciones… La razón es que ahorran a la antigua usanza, es decir al final de mes apartando el excedente una vez que se pagaron todas las “cuentas” y así es muy difícil hacerlo. Durante el mes, hacen un esfuerzo de voluntad para gastar menos. Salen menos, se privan de ciertas cosas o comen más barato, segundas marcas y lo que les queda a final de mes, lo ahorran.
Una estrategia válida para poder ahorrar es el concepto de “Preahorro”. En otras palabras, ahorrar de forma automática al inicio del mes, como convertir tu ahorro en un ítem más dentro de tus egresos dentro de tu flujo de fondos mensual.
Probablemente algunos pueden pensar, con razón, que los conceptos comentados tienen en nuestro país un enfoque irrealista o teórico, que no es aplicable por los constantes problemas económicos que afectan constantemente la estabilidad de los ingresos y el empleo.
Esta situación no la ignoro, por cierto, un estudio del Banco Mundial (por medio de una mega encuesta en 140 países) señala que el 70% de los argentinos no tenía capacidad de ahorro en el 2017 y el 62% dijo que no tenía forma de conseguir dinero si se presentaba alguna eventualidad o emergencia como sería perder el empleo. Lo llamativo es que aún en los sectores que más ingresos perciben, solo el 40% presenta ahorros.
Tomando en cuenta esta información, veo la necesidad de resaltar la relevancia del ahorro en aquellos que tienen un ingreso. Por un lado, se observa que la clase con mejor situación económica tiene una baja propensión al ahorro y por otro lado, aquellos que han sufrido problemas de empleo o en sus emprendimientos, deberían tomar conciencia en la necesidad de tener un fondo de reserva… por si las moscas.
Pondré algún ejemplo numérico para despertar mayor interés por el ahorro y tratar de convencer, incluso a aquellos que no ahorran a causa de prejuicios frente al dinero.
Imaginemos una persona de 25 años, que con el régimen jubilatorio actual se jubilará a los 65 años, por lo que tiene por delante una vida laboral activa de 40 años. Supongamos que esta persona (previsora) decide acumular un fondo de largo plazo hasta su edad de retiro, para complementar su haber jubilatorio. Para ello, decide evitar gastos superfluos por un total de u$ 1 diario. Es decir, que al cabo de 1 mes ahorrará u$ 30. No pareciera ser un esfuerzo diario significativo.
Creanme que este individuo al cabo de los 40 años, con un ahorro de u$ 30 mensuales, invertidos a una tasa promedio del 10% anual, reuniría nada menos que u$ 189.722,4. Nada mal… aunque el dinero efectivo ahorrado habrá sido de u$ 14.400. Obviamente la diferencia es producto de los intereses ganados por haber puesto a “trabajar” su dinero.
Posiblemente a los 25 años este individuo aún no tiene ingresos suficientes para ahorrar e invertir u$ 1 diario o vea innecesario constituir un fondo a largo plazo. Pero a la edad de 40 años sus condiciones económicas seguramente cambian, al igual que su mirada del mundo y de la vida… Eso sí, bajo las mismas condiciones financieras (una renta del 10% anual), a la edad del retiro los fondos acumulados son mucho más bajos que la situación inicial planteada, pues obtendría tan solo u$ 39.805.
Pues entonces podemos ver que cuanto más tarde se empieza a ahorrar e invertir, más difícil se torna conformar una riqueza patrimonial, para financiar distintos proyectos que se planifican o como un simple reaseguro.
Esta nota forma parte del libro digital “Tu Dinero depende de Ti”, del autor Gerardo Pablo Fricke.
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